Friday, November 17, 2006

fresco y batata I



Tango Eude Nº1






Me disponía a escribir un post sobre el tango, como para comenzar a desgranar los ingredientes de los que estoy hecha, cuando encontré este artículo de Lecman que suscribo totalmente.
El tango no es Argentina, pero representa el núcleo de lo que somos: un país de inmigración.
Ademas de una fuente inagotable de sensualidad y poesía, con un dejo machista que no tiene el folklore del resto del país.
Se me ocurre interesante, agregar a esta serie de fresco y batata (nuestro postre nacional), algun sesudo análisis de alguna que otra letra, que las hay notables, sobre todo aquellas en las que predomina el lunfardo....Prometo no comenzar por Discepolo....soy obvia pero no tanto.



Si uno hiciese falsa etimología podría decir: tango = viene de tocar (lat.:tango,-is, -ere, tetigi, tactum), pero desgraciadamente, eso es falso.
El Diccionario de uso del español de Moliner dice: "probablemente onomatopéyico, alude a una danza que proviene de la isla de Hierro". O sea de las Canarias, al lado de África.
Otra vez el blanco fascinado ante su "negativo", el negro, al que supo explotar y segregar. Pero helo aquí cantando y bailando, en el corazón del espanto de la noche en blanco del patrón (en el corazón de sus tinieblas ,Marlon Brando vomitando Wagner en Vietnam: apocalipsis now, o bailando un tango en París con la ambigua Schneider): blues, jazz, negro spirituals, samba, tango, etc.
Pero el tango argentino, el del Río de la Plata, es un baile del mestizaje, del caudillaje criminal en Sudamérica (como decía Florencio Sánchez).

Es un mestizo vergonzante, un lumpenproletario que quiere blanquearse con el coraje el que se apropia del tango de las Canarias y le da su fama.
Es el compadrito, el guapo, a menudo cafishio o lacayo armado de un patrón político de comité o ricachón el que empieza a bailar el tango, con otro compadrrito.
Porque es un baile de hombres solos de los bajos fondos.
Las mujeres vienen después.
Ignorado por el resto de la sociedad, que lo considera rufianesco, es aceptado luego, ¡y volviendo de París!
La imagen erótica y exótica de la pareja entrelazada es posterior: viene quizás a restituir no lo masculino y lo femenino (ya que en el tango el machismo es ley y es el hombre el que debe llevar a la mujer enérgicamente y hasta con un dejo de sadismo),sino quizás el ying y el yang, la lucha de los contrarios con la que la cosmogonía occidental (unificada y uniformada por el Mercado, el unisex, la monotonía de las máquinas virtuales y el patrón dólar o euro del dinero fetiche universal) sueña, ssueña y sueña, mientras la música gira, gira y gira. "Arrastrada por la muchedumbre...en una loca parábola..." (La foule, Edith Piaf).
Piaf sería, efectivamente, una voz formidable para el tango, porque junto al lado estético y erótico del baile está el lado del canto.

También allí, como en el baile, las primeras y principales voces fueron masculinas, partiendo de Carlos Gardel, que triunfó recién al volver de París, donde los señoritos de la oligarquía argentina a principio de siglo iban a tirar manteca al techo; quemando sus vacas y su dinero en los burdeles del grand Boulevar.
Fue también la mujer lumpen, la cabaretera de voz gruesa y áspera con cadencia burlona y retadora la que se unió luego al canto: una Tita Merello, p.ej.

Y ahora, la voz grave de otras: Susana Rinaldi, potente y soberbia dueña de la escena, con un histrionismo exacerbado en el que la melancolía se hace burla, cadencia, dicción enfática que lleva al "¡quevachaché!", pero también modula la sublimidad de la poesía...
Una conocida psicoanalista francesa llegada a la Argentina me espeta de pronto: "¡mire que yo sé bailar muy bien el tango!" (ah, la couleur locale de Montesquieu!). Yo no. Porque el tango también es canto.
Duplicidad que se redobla con otra: el tango es también, desde el principio, y sobre todo desde Astor Piazzola, música instrumental.

Es el ritmo frenético e indisciplinado de Buenos Aires (la gente corriendo, los autos tocando bocina y atropellando, las puteadas, el zigzag de esquivar los pozos de la calle y los soretes de perro).
La gran ciudad construida de espaldas al río marrón: Río de la Plata lleno de barro y de cadáveres de desaparecidos arrojados entre 1976 y 1982 por los aviones navales.
Buenos Aires es la colonia en la que los conquistadores españoles enceguecidos por el Dorado nunca encontraron plata sino antropofagia, porque la plata estaba en el Perú.
La América que nunca fue para los inmigrantes ni para los cabecitas negros del interior porque era para los americanos, como dijo Roosevelt, o para las multinacionales europeas recolonizadoras (ahora Telecom auspicia tango, ¿por qué no?, si el fuego ya se hizo, como decía Nicolás Guillén)
Ritmo sincopado del dos por cuatro, corazón latiendo de una ciudad que ha perdido la esperanza (los yuppies funcionarios de la Cultura actuales promueven el tango para atraer divisas y para tirar un manto de olvido sobre la feroz política de hambre que implementan, como buenos herederos del Proceso Militar).

Los artistas, excelentes, han sabido siempre ganarse un lugar sin ellos.
Porque la melancolía del tango, más allá de la fábula edípica del varón con su vieja, del cornudo llorón y otras repetidas, condensa la desilusión y la angustia existencial del sujeto cosmopolita universal.

Otra duplicidad surge entonces aquí: la de la letra del tango. Poetas mayores la nutrieron: Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo...ahora Eladia Blázquez ("vivir no es sólo perdurar sino honrar la vida").
No es casualidad que la letra universal de Cambalache cierre la obra "Los asesinos de la memoria" de Vidal-Naquet...
Y ahora, mi duplicidad.
De chico no me gustaba el tango. Pero mis padres y tíos lo bailaban muy bien. Nosotros estábamos en el rock, el twist, el pata-pata...¿Fue entonces el horrible agujero de la dictadura militar el que volvió a traer al tango? No lo sé, la moda internacional estalló después.

Yo, un aficionado tardío, también había empezado a encontrarme en las letras y la música del tango.
El terreno lo había preparado en los 60 Piazzola: es curioso, pero su tango vanguardista nos permitió recuperar la vieja guardia de los tangos instrumentales y vocales.
Letra y música. El baile se lo dejo a los virtuosos y a los extranjeros.

Ying y yang perdido de mis padres.
Muy lindo para ver, incluso bailado por chicos de una destreza que corta la respiración: para ellos la gloria de los artistas...Yo, por mi parte, me retiro silbando bajito "Versos para esperar mi muerte" de Homero Manzi, mientras que lucho mi tanguedia contemporánea sin tregua, como un inexistente caballero, como el Quijote de Rubén Darío.
Y como el analista sin Freud que acaece en Argentina, porque mis ancestros eran judíos europeos y rusos echados de sus tierras.
Y bailo entonces el tango del olvido, mientras las campanas suenan a Lacan y Mac Donald proclama ahora que vende carne argentina, sin vaca loca.
Teodoro Pablo Lecman

2 comments:

Gustavo said...

Estoy bastante de acuerdo con el artículo.
Pero el tango no es argentino. No es tampoco uruguayo. Bien podríamos decir con el autor que es cosmopolita. Cierto que nació en estos lares rioplatenses, pero es en realidad universal. Pero el tango, me atrevería a decir, es para adultos, porque hasta que no tenés cierta edad, no te llega, no te toca. También el tango es para ciudadanos, o sea habitantes de ciudades. No concibo el tango en otro ámbito.
Me estoy refiriendo siempre al tango expresión poética y musical, no como danza. Su aspecto bailable nunca lo comprendí.

Por último, si hay una ciudad que es tango, esa ciudad es Buenos Aires sin lugar a dudas.

hera said...

Gustavo, el tango es universal, como la milonga; pero vive en el Río de la Plata.
Es interesante lo que señalas respecto de que es para adultos, porque tiene que ver, creo, con esta cosa que ha sucedido, posmodernidad la llaman, que ha hecho que nos cueste relacionarnos con los sentimientos, y el tango es eso.
Pensar que Rosita Melo escribió su vals, aquel de "alma si tanto te ha heridooo", a los 15 años.
Cosas....
un abrazo y gracias por estar.